EBRO B-35 Y B-45: Inspiración inglesa

Las condiciones en las que la industria automovilística española encaró los años posteriores a la guerra civil, no invitaba a demasiadas aventuras empresariales. Salvo contados casos, el sector se mantuvo en forma de meras filiales de marcas importantes o simplemente, fabricando modelos ya desarrollados.

Los orígenes
Tras su paso por Cádiz, la filial española de Ford se trasladó a Barcelona en 1923. Buscaba una mejor ubicación geográfica y abrirse a nuevos mercados. Su responsabilidad pasaba por el ensamblaje y posterior comercialización, de los productos Ford que llegaban procedentes de la empresa matriz en Europa, situada en Inglaterra.
 
Tras los avatares de la guerra civil española y la difícil posguerra, la actividad de la fábrica se estanca. Son muchas las dificultades con las que España se encuentra: aislacionismo, racionamiento, etc. Ante semejante panorama, no quedaba otra alternativa que la búsqueda permanente de la autarquía. Esto era tremendamente difícil, para un país anclado en el retraso tecnológico y condicionado por la falta de materias primas. En cualquier caso, Ford Motor Ibérica continuó comercializando camiones y maquinaría agrícola.
 
Llega 1954, y Ford abandona la filial española. Se hace cargo de la misma, un grupo de empresarios españoles. Pasando, a partir de 1955, a denominarse Motor Ibérica S.A. Desde ese momento se comenzó a fabricar y comercializar los productos con la nueva marca “Ebro”. Se supone que fue la traslación del nombre del río más conocido de Inglaterra (Támesis) con el de su homólogo español (Ebro), la razón de la adopción de éste, como marca comercial. La recién creada Motor Ibérica, mantuvo los compromisos adquiridos con Ford. Por lo que continuó comercializando en España, los productos de la marca. Se trataba, fundamentalmente, de los tractores agrícolas Fordson y el camión Ford Thames. Posteriormente, y bajo la nueva marca, se fabricarían bajo las nuevas denominaciones: Ebro Super 55 y Ebro B-35, respectivamente.
 
Aceptación
Aferrándose a un producto existente y de solvencia contrastada, la nueva empresa lanza al mercado en 1955, el modelo B-35. Una copia casi literal, del Ford Thames ET6. Éste, era un camión de tipo ligero en disposición 4×2, y apto para un peso total de 6.000 Kgs. Su cabina había sido diseñada por la compañía inglesa Briggs Bodies y básicamente, era idéntica a las que te tuvieron otras marcas como Leyland, con su modelo Comet o Dodge, con el Kew.
 
El B-35, estaba pensado para una carga útil de cuatro toneladas, y dotado de un motor Ebro de cuatro cilindros, que entregaba 70 CV. La pretensión de Motor Ibérica, era la de ocupar un hueco en el segmento de los vehículos industriales de mediano tonelaje. Dicho segmento, arrastraba un parque de lo más variopinto, producto de una penosa posguerra. Para mantenerlos funcionando, los vehículos se “parcheaban” hasta tal punto, que a veces se hacían irreconocibles. La carencia de materias primas, repuestos y utillaje, hacía muy complicado abordar un modelo propio, por lo que se recurrió a un modelo experimentado y desarrollado.
 
Vista la aceptación del Ebro B-35, en 1961 salió al mercado el B-45. Un camión que reunía las mismas características técnicas que su antecesor salvo la longitud del chasis, y que admitía cinco toneladas de carga útil. Como curiosidad citaremos, que tanto uno como otro, se ofrecían en versión carrozada o en chasis-cabina. La carrocería ofertada, era del tipo abierta de madera y con laterales abatibles.
 
El modelo estuvo en producción hasta finales de los años 60 del pasado siglo y prueba de su éxito, fue la gran cantidad de camiones vendidos. La oferta de camiones de Motor Ibérica se completó además, con una variante llamada B-35C, conocido popularmente como “semichato” y que estaba pensado, sobre todo, para reparto urbano por su menor longitud, altura y mejor radio de giro.
 
Popular
El Ebro B-35/B-45, fue un vehículo con multitud usos y aplicaciones. Ya fuera dotado de volquete, furgón cerrado, caja abierta alta, cisterna, etc. fue un camión tremendamente popular. La Administración, también fue cliente de Motor Ibérica, siendo, entre otros organismos, muy utilizado por las fuerzas armadas españolas, como vehículo de carga general. También las corporaciones locales hicieron uso de él. Tanto como vehículo de recogida de residuos urbanos, usos municipales o como dotación en parques de bomberos. Para esto último, se modificó en algunos casos la cabina, para permitir el acomodo de un equipo completo de bomberos en su interior.
 
Su particular ralentí, se hizo familiar en las calles y plazas españolas durante varias décadas. Los serie “B” eran camiones cuya conducción podía presentar alguna dificultad. Lo peor, sin duda, eran sus frenos accionados hidráulicamente, y que resultaban bastante escasos. Por otra parte, sus cabinas, sencillas y espartanas, no daban concesión alguna al lujo y a la comodidad. Con la experiencia de los años, se les efectuaron diversas modificaciones. Externamente, la más conocida era el acortamiento de las puertas de la cabina. Debido a que el tercio final de la puerta quedaba expuesta por su parte interior y dañaba de forma permanente el guarnecido, acelerando la degradación de la chapa y el propio guarnecido.
 
Botellero
Sí ha sido recordado por un uso en concreto, éste ha sido, sin duda, el de camión botellero. Ya fuera como integrante de grandes flotas de marcas de bebidas, o al servicio de modestos autónomos (conocidos como “vinateros”), los B-35 y B-45 se encargaron de servir todo tipo de bebidas a comercios o bares. Este tipo de trabajo marcaría a Ebro de tal forma, que la gran mayoría de las flotas de reparto de bebidas, la tuvieron como “marca insignia”. Y no sólo con la serie “B”. También con las posteriores gamas que durante los siguientes años aparecieron. Tanto fue así, que en la década de los setenta y ochenta, dos camiones de las futuras series “E” y “M”, en concreto el E-125-BC y el M-125, tuvieron un chasis específico para reparto de bebidas. Caso nunca visto con anterioridad.
 
Relevo
Los años pasaban, a la vez que Ebro evolucionaba como marca, el B-45 se fue quedando claramente desfasado. Precisaba de mejoras y prestaciones, que otros fabricantes ya incorporaban en sus modelos. Motor Ibérica seguía manteniendo sus acuerdos con la Ford inglesa, y tras el “Thames”, ahora comercializaba el nuevo “Thames Trader”, que influyó en la serie “C” de Ebro. Esta nueva serie, se convertiría en el relevo de nuestros B-35, B-45 y B-35C. Se trataba de una gama que abarcaba desde las 1,5 a 5,5 toneladas de carga útil y que posteriormente, llegaría hasta las 8 toneladas con el modelo C-700.
 
Los serie “B”, convivieron con su relevo natural: la serie “C”. Y con las posteriores, “D”, “E” y “P”, y ya en menor medida, con las “L” y “M”. Durante la pasada década de los 90, aún era posible encontrarse con alguno de estos camiones. Aún a pesar del evidente desfasaje, los “B” fueron camiones queridos por sus usuarios y prueba de esto, es el gran número de ellos que se han conservado o que, quedando parados, no fueron desguazados.
 
El colectivo camionero, guarda siempre un nombre o calificativo, con el que recordar un modelo de camión en concreto. Los B-35 y B-45, pasaron a ser los “Ebro de morro largo”. Un nombre escasamente prosaico, aunque lo suficiente, para convertirse en inmortal.

CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES
MARCA Y MODELO EBRO B-35 (RÍGIDO 4 X 2)
EBRO B-45 (RÍGIDO 4 X 2)
MOTOR EBRO E4.
Nº CILINDROS 4 EN LINEA
CILINDRADA 3.610 cm3 (70 C.V.)
LONGITUDES TOTALES – B-35: 5.750 mm
– B-45: 5.840 mm
PESOS MÁXIMOS – B-35: 6.600 Kg
– B-45: 7.700 Kg

 

TEXTO: ISIDORO HERNÁNDEZ FERRER
www.camionesclasicos.com
FOTOS: AUTOR, SALVO MENCIÓN.

  • - En 1955 se lanzó el modelo B-35, una copia casi literal del Ford Thames ET6.
     
    - El B-45 se presentó en 1961. Reunía las mismas características técnicas que su antecesor, pero su chasis tenía mayor longitud y admitía cinco toneladas de carga útil.
También te puede interesar